En esta instancia la respuesta es simplemente no. En esencia el conjunto de las ideas manifiestas en esta maravillosa lectora me han hecho reflexionar de manera elemental sobre los argumentos que como profesores tenemos ampliamente acaparados. Aunque las ideas versadas, a mi parecer están realimentadas por las diversas concepciones metagognitivas, destacando de manera vislumbrante la construcción conceptal y cognitiva. En principio, la teoria expresa que nuestro desarrollo cognitivo esta a la par con nuestras formas construidas de aprehensión y que la restructuración precisa de esta reconstrucción cognitiva forma esquemas que crea dominios perceptuales sobre una realidad externa que después es movilizada por las capacidades de desición y creo si es que no he entendido mal esta lectura que es esta forma de vincular los esquemas, reorganizarlos y manifestarlos hacia el exterior para la resolución de un problema, la toma de desiciones o por simple percepción de la realidad, lo que podría denominar como competencia. Esto implica que los procesos de captación de datos e información del exterior se retroalimentan con conocimientos base anteriores que permitan aceptar o rechazar tal o cual materia de explicación en nuestras mentes; y esto desde luego toca de lleno a la forma como el constructivismo estipula que estos procesos suceden, en lo que podríamos denominar como psique.
En el seno de la discusión sobre la perspectiva definotoria de las competencias, se pone en énfasis los conceptos anteriores (aunque en esencia me he quedado corto en cuanto la las dimensiones y el trasfondo de la mayoría de estas ideas); cuando se dice que la escuela en base al conjunto de sus contenidos académicos trata de implemantar formas perceptuales en los individuos que denoten ciertas habilidades aplicativas para la futura vida laboral de un estudiante, generalmente esta concepción antepone el concepto competencia así como suena y como todo mundo lo puede percibir sin tanto embrollo como la manera en que como un juego después de una partida tendriamos dos actores los perdedores y los ganadores. Desafanosamente esta filosofía es la que con ahínco se fanatiza como un común dominador para todo estudiante cuando se enfrente al abismo del campo laboral. Sin embargo, esta visión de la finalidad en la sociedad de la educación esta mal fundada en su esencia y por ello se realza un nuevo objetivo fundado en una nueva aprehensión de las maneras en como la mente posibilita sus diversas formas de aprehender. El nuevo término competere está manifestado en un sentido tipológico distinto al arriba mencionado, tratándose en este caso de realzar mediante un constructo teórico la finalidad de la escuela como instrumento educante y refinante del sentido común para la psyque humana. De esta forma se concibe que la construcción en principio de las formas de aprendizaje apartir de una interiorización y exteriorización transformativas del o en el individuo alimentan la mobilidad de concepciones, actitudes, percepciones y así de la misma forma emociones con el objetivo de capitalizar y dominar condiciones ambientales que permitan la sobrevivencia del yo mismo mediante la cooperatividad activa en el ambiente laboral. Por tanto esta nueva concepción reconstruye o intenta reconstruir la base aplicativa de la existencia curricular en la escuela, dándole una perspectiva distinta. Ahora en el seno de la lectura, una definición sobre el término competencia resultaría difícil de averiguar, no obstante se logra decir que una competencia es una capacidad cognitiva que permite mover esquemas perceptuales para la toma de desiciones, la resolución y solución de problemas, el planteamiento de nuevos interogantes y, en última instancia la adaptabilidad y manejo razonable y consistente del yo en el medio circundante. Aunque las competencias son una idea difícil de concebir, está claro que mediante el enfoque constructivista la atención para alcanzar una definición clara debería de centrarse sobre todo en el análisis del concepto aprendizaje, ya que básicamente el entorno educativo de su objetivo se lográ atendiendo la eficacia obtenida en el alumno sobre tal concepto. Sin embargo, de igual manera; este concepto es uno de los más triviales ya que se considera que la enseñanza y por ello en consecuencia el aprendizaje, se distancia de los stándares creidos y seguidos en la escuela tradicional para lograrlos. En un inicio podríamos decir que la concepción que tenemos sobre el aprendizaje es totalmente erronea, el alumno no es un computador que disiente sobre los contenidos, no es una especie de pozo al cual la medida de su conocer se mide en función de los litros de liquido que ostenta, no en cada aprehensión de datos de información hay un cambio de esquema perceptual del “cogne” y por ende los cambios de esquema generan, por supuesto, un cambio de la percepción de la realidad que en ultísima instancia generan nuevos esquemas y constructos de racionalización explícita y explicada. Este conjunto de proposiciones que se encuantran en el centro de las nuevas ordas para explicar la psicología humana, no han sido apropiadamente tratados en el seno de la escolarización y ha permeado una praxis erronea sin lograr consensadamente a cada nivel los objetivos que tienen o que tendrían que definir a la educación. De manera parecida esto como la lectura indica mueve a una interrogante o más bien a dos, ¿es el profesorado en su esencia el mediador real del conocimiento, es facilitador? ¿Qué hace o debería de hacer el profesor verdaderamente; independientemente de la naturaleza que fundemos para la pregunta anteriormente propuesta, en la actual era de la explosión de las telecomunicaciones y la exploración de las nuevas ideas que tratan de apropiarce de una nueva concepción sobre la forma en que nuesta psyque parece funcionar?